El diablo y su abuela – Hermanos Grimm


Hubo una gran guerra para la cual el Rey había reclutado muchas tropas. Pero como les pagaba muy poco, no podían vivir de ella, y tres hombres se concentraron para desertar.rey

Dijo el uno a los otros:

-Si nos cogen, nos ahorcarán. ¿Cómo lo haremos?

Respondió el segundo:

-¿Véis aquel gran campo de trigo? Si nos ocultamos en él, nadie nos encontrará. El ejército no puede entrar allí, y mañana se marcha.

Metiéronse, pues, en el trigo; pero la tropa no se marchó, contra lo previsto, sino que continuó acampada por aquellos alrededores. Los desertores permanecieron ocultos durante dos días con sus noches; pero, al cabo, sintiéronse a punto de morir de hambre. Y si salían, su muerte era segura.

soldado2Dijéronse entonces.

-¡De qué nos ha servido desertar, si también habremos de morir aquí miserablemente!

En esto llegó, volando por los aires y escupiendo fuego, un dragón que se posó junto a ellos y les preguntó por qué se habían ocultado allí.

Respondiéronle ellos:

-Somos soldados, y hemos desertado por lo escaso de la paga. Pero si continuamos aquí, moriremos de hambre; y si salimos, nos ahorcarán.

-Si estáis dispuestos a servirme por espacio de siete años -dijo el dragón-, os conduciré a través del ejército de manera que no seáis vistos por nadie.

-No tenemos otra alternativa. A la fuerza tendremos  que aceptar,  ­respondieron.

Y entonces el dragón los cogió con sus garras y, elevándolos en el aire, por encima del ejército, fue a depositarlos en el suelo, a gran distancia. Pero aquel dragón era el diablo en persona. Dioles un latiguillo y les dijo:diablo soldados

-Hacedlo restallar, y caerá tanto dinero como pidáis. Podréis vivir como grandes señores, sostener caballos e ir en coche. Pero cuando hayan pasado los siete años, seréis míos.

Y, sacando un libro y abriéndolo, los obligó a firmar en él.

-De todos modos -les dijo-, antes les plantearé un acertijo, y si sois capaces de descifrarlo, quedaréis libres, y ya ningún poder tendré sobre vosotros.

El dragón se alejó volando, y ellos, haciendo restallar el látigo, enseguida tuvieron dinero en abundancia. Encargaron lujosos vestidos y se fueron a correr mundo. En todas partes vivían en buena paz y alegría, tenían caballos y coches, pero sin hacer nunca nada malo. Pasó el tiempo rápidamente, y cuando ya los siete años llegaban a su fin, dos de ellos empezaron a sentirse angustiados y temerosos. El tercero, en cambio, se lo tomaba a broma, diciendo:

-No temáis, hermanos; yo no soy tonto y adivinaré el acertijo.

soldados diabloSalieron al campo y sentáronse, aquellos dos, siempre tan tristes y cariacontecidos. Llegó entonces una anciana y les preguntó el motivo de su tristeza.

-¡Bah! ¿Para qué contárselo? Tampoco podrá arreglar nada.

-¿Quién sabe? -respondió la anciana-. ¡Venga, contadme vuestro apuro!

Dijéronle entonces que habían sido criados del diablo por espacio de casi siete años, recibiendo de él dinero a chorros; mas para ello habían debido firmar que le pertenecían y se le entregarían si, transcurridos los siete años, no lograban descifrar un enigma que él les propondría.

Díjoles entonces:

-Si queréis que os ayude, uno de vosotros debe irse al bosque. Llegará a un muro de rocas derruido, que tiene el aspecto de una casita. Que entre allí y hallará el remedio.

Los dos pesimistas pensaron: «Esto no nos ha de salvar», y siguieron sentados. Pero elsoldado tercero, siempre animoso, se puso en camino, bosque adentro, hasta que llegó a la choza de piedras. En su interior había una mujer más vieja que Matusalén, que era la abuela del diablo, y le preguntó de dónde venía y qué quería. Explicole el joven todo lo que le había ocurrido, y, como le fue simpático a la vieja, ésta se compadeció de él y le dijo que estaba dispuesta a ayudarlo. Apartando una gran piedra que cerraba la entrada de una bodega:

-Escóndete aquí -le ordenó-; podrás oír todo lo que hablemos; tú permaneces quieto, sin moverte ni chistar. Cuando llegue el dragón, le preguntaré por el enigma y me lo dirá todo. Fíjate tú en sus respuestas.

A las doce de la noche llegó el dragón volando y pidió la cena. La abuela puso la mesa y sirvió las viandas y bebidas, procurando satisfacerlo. Sentose ella también, y comieron y bebieron juntos. Durante la conversación, la abuela le preguntó cómo había pasado el día y cuántas almas había conquistado.soldados

-Hoy he tenido mala pata -respondió el diablo-; pero hay tres soldados que no se me escaparán.

-¡Ah, tres soldados! -replicó la vieja-. Esos no son tontos, aún se te pueden escapar.

Pero el diablo dijo, irónico:

-Son míos. Les plantearé un acertijo que jamás serán capaces de descifrar.

-¿Y qué acertijo es? -preguntó ella.

-Te lo diré. En el Mar del Norte hay un caballo marino muerto, que será su asado; y el costillaje de una ballena será su cuchara de plata; y un viejo casco de caballo hueco será su copa de vino.

Cuando el diablo se acostó, quitó la abuela la piedra, dejando salir al soldado.

-¿Tomaste buena nota de todo?

-Sí -respondió él-. Sé lo bastante, y ya saldré de apuros.

diablo 3 soldadosY marchó por la ventana y fue a reunirse con sus amigos por un camino distinto, a toda prisa. Contoles cómo el diablo había sido engañado por su abuela y cómo había oído, de sus propios labios, la solución del acertijo. Pusiéronse los tres más contentos que unas Pascuas y, haciendo restallar el látigo, acumularon tanto dinero que se les saltaba por el suelo. En el momento en que terminaban los siete años, presentose el diablo con su libro y, mostrándoles sus firmas, les dijo:

-Voy a llevarlos al infierno conmigo, donde se celebrará un banquete. Si sois capaces de adivinar el asado que se servirá, quedareis libres, y, además, podréis quedaros con el látigo.

Respondió el primer soldado:

-En el Mar del Norte hay un caballo marino muerto. Éste será el asado.

Irritose el diablo y, refunfuñando, «¡jum, jum!», preguntó al segundo:

-¿Y cuál será vuestra cuchara?

-El costillaje de una ballena, ésa será nuestra cuchara de plata.

Torció el diablo el gesto y, volviendo a refunfuñar «¡jum, jum, jum!», dirigiose al tercero:

-¿Sabeis también cuál ha de ser vuestra copa de vino?

-Un viejo casco de caballo, ésa será nuestra copa de vino.

Al oír esto, el diablo soltó una palabrota y salió a escape, perdido todo poder sobre ellos. Los soldados se quedaron con el látigo, con el cual tuvieron el dinero a manos llenas, y vivieron felices el resto de sus días.

Madre Nieve – Hnos. Grimm


Cierta viuda tenía dos hijas, una de ellas hermosa y diligente; la otra, fea y perezosa. Sin embargo, quería mucho más a esta segunda, porque era verdadera hija suya, y cargaba a Madre Nievela otra todas las faenas del hogar, haciendo de ella la cenicienta de la casa.

La pobre muchacha tenía que sentarse todos los días junto a un pozo, al borde de la carretera, y estarse hilando hasta que le sangraban los dedos. Tan manchado de sangre se le puso un día el huso, que la muchacha quiso lavarlo en el pozo, y he aquí que se le escapó de la mano y le cayó al fondo.

Llorando, se fue a contar lo ocurrido a su madrastra, y ésta, que era muy dura de corazón, la riñó ásperamente y le dijo:

– «¡Puesto que has dejado caer el huso al pozo, irás a sacarlo!»horno

Volvió la muchacha al pozo, sin saber qué hacer, y, en su angustia, se arrojó al agua en busca del huso. Perdió el sentido, y al despertarse y volver en sí, se encontró en un bellísimo prado bañado de sol y cubierto de millares de florecillas. Caminando por él, llegó a un horno lleno de pan, que le gritó:

– «¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí, que me quemo! Ya estoy bastante cocido.»

Ella se acercó y, con la pala, fue sacando las hogazas. Prosiguiendo su camino, vio un manzano cargado de manzanas, que le gritó, a su vez:frau-holle-2

– «¡Sacúdeme, sacúdeme! Todas las manzanas estamos ya maduras.»

Sacudiendo ella el árbol, comenzó a caer una lluvia de manzanas, hasta no quedar ninguna, y después que las hubo reunido en un montón, siguió adelante.

Finalmente, llegó a una casita, a una de cuyas ventanas estaba asomada una vieja; pero como tenía los dientes muy grandes, la niña echó a correr, asustada. La vieja la llamó:

– «¿De qué tienes miedo, hijita? Quédate conmigo. Si quieres cuidar de mi casa, lo pasarás muy bien. Sólo tienes que poner cuidado en sacudir bien mi cama para que vuelen las plumas, pues entonces nieva en la Tierra. Yo soy la Madre Nieve.»

Madame_Holl_-_Anne_AndersonAl oír a la vieja hablarle en tono tan cariñoso, la muchacha cobró ánimos, y, aceptando el ofrecimiento, entró a su servicio. Hacía todas las cosas a plena satisfacción de su ama, sacudiéndole vigorosamente la cama, de modo que las plumas volaban cual copos de nieve. En recompensa, disfrutaba de buena vida, no tenía que escuchar ni una palabra dura, y todos los días comía cocido y asado. Cuando ya llevaba una temporada en casa de Madre Nieve, le entró una extraña tristeza, que ni ella misma sabía explicar, hasta que, al fin, se dio cuenta de que era nostalgia de su tierra. Aunque estuviera allí mil veces mejor que en su casa, añoraba a los suyos, y, así, un día dijo a su ama:

– «Siento nostalgia de casa, y aunque estoy muy bien aquí, no me siento con fuerzas para continuar; tengo que volverme a los míos.»frau-holle

Respondió Madre Nieve:

– «Me place que sientas deseos de regresar a tu casa, y, puesto que me has servido tan fielmente, yo misma te acompañaré.»

Y, tomándola de la mano, la condujo hasta un gran portal. El portal estaba abierto, y, en el momento de traspasarlo la muchacha, le cayó encima una copiosísima lluvia de oro; y el oro se le quedó adherido a los vestidos, por lo que todo su cuerpo estaba cubierto del precioso metal. – «Esto es para ti, en premio de la diligencia con que me has servido,» le díjo Madre Nieve, al tiempo que le devolvía el huso que le había caído al pozo.

Entonces se cerró el portal, y la doncella se encontró de nuevo en el mundo, no lejos de la casa de su madre. Y cuando llegó al patio, el gallo, que estaba encaramado en el pretil del pozo, gritó:

– «¡Quiquiriquí, nuestra doncella de oro vuelve a estar aquí!»

Entró la muchacha, y tanto su madrastra como la hija de ésta la recibieron muy bien al ver que venía cubierta de oro.oro
Les contó la muchacha todo lo que le había ocurrido, y al enterarse la madrastra de cómo había adquirido tanta riqueza, quiso procurar la misma fortuna a su hija, la fea y perezosa. La mandó, pues, a hilar junto al pozo, y para que el huso se manchase de sangre, la hizo que se pinchase en un dedo y pusiera la mano en un espino. Luego arrojó el huso al pozo, y a continuación saltó ella. Llegó, como su hermanastra, al delicioso prado, y echó a andar por el mismo sendero. Al pasar junto al horno, volvió el pan a exclamar:

– «¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí, que me quemo! Ya estoy bastante cocido.»

Pero le replicó la holgazana:

– «¿Crees que tengo ganas de ensuciarme?» y pasó de largo. No tardó en encontrar el manzano, el cual le gritó: – «¡Sacúdeme, sacúdeme! Todas las manzanas estamos ya maduras.»

Ella replicó:

– «¡Me guardaré muy bien! ¿Y si me cayese una en la cabeza?» y siguió adelante.

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Al llegar frente a la casa de Madre Nieve, no se asustó de sus dientes porque ya tenía noticia de ellos, y se quedó a su servicio. El primer día se dominó y trabajó con aplicación, obedeciendo puntualmente a su ama, pues pensaba en el oro que iba a regalarle. Pero al segundo día empezó ya a haraganear; el tercero se hizo la remolona al levantarse por la mañana, y así, cada día peor. Tampoco hacía la cama según las indicaciones de Madre Nieve, ni la sacudía de manera que volasen las plumas.

Al fin, la señora se cansó y la despidió, con gran satisfacción de la holgazana, pues creía llegada la hora de la lluvia de oro. Madre Nieve la condujo también al portal; pero en vez de oro vertieron sobre ella un gran caldero de pez.

– «Esto es el pago de tus servicios,» le dijo su ama, cerrando el portal. Y así se presentó la perezosa en su casa, con todo el cuerpo cubierto de pez, y el gallo del pozo, al verla, se puso a gritar:

– «¡Quiquiriquí, nuestra sucia doncella vuelve a estar aquí!»

La pez le quedó adherida, y en todo el resto de su vida no se la pudo quitar del cuerpo.

Jorinde y Joringel – Hermanos Grimm


Érase una vez un viejo palacio en medio de un gran y espeso bosque, y dentro del palacio vivía completamente sola una vieja mujer que era una bruja muy bruja. De día se convertía15340117-black-terrible-witch-halloween-cat en un gato o en un búho y por la noche volvía a recuperar su verdadera figura humana. Sabía atraer a los animales salvajes y a los pájaros, y luego los mataba y los cocía o los asaba. Cuando alguien se acercaba a cien pasos del palacio tenía que detenerse y no se podía mover del sitio hasta que ella le soltaba; en cambio, si una inocente doncella entraba en ese círculo, la transformaba en un pájaro y luego la encerraba en una cesta en los cuartos del palacio. Tenía en el palacio sus buenas siete mil cestas con tan singulares pájaros.

Había una vez una doncella que se llamaba Jorinde y era más bella que ninguna otra muchacha. Ella y un joven muy hermoso llamado Joringel se habían prometido en matrimonio. Estaban en los días de noviazgo y su mayor placer era estar el uno con el otro. Para poder hablar por una vez a solas se fueron a pasear al bosque.

-¡Guárdate mucho de acercarte demasiado al palacio! -dijo Joringel.

tumblr_mc2aljdgDm1qj5qvfo1_500Era una bella tarde, el sol brillaba claro entre los troncos de los árboles penetrando en el verde oscuro del bosque y la tórtola cantaba quejumbrosa sobre las viejas hayas.

Jorinde se echó a llorar, se sentó al sol y empezó a lamentarse. Joringel se lamentó también. Estaban tan espantados como si fueran a morirse. Miraron a su alrededor desorientados y no sabían cómo volver a casa. La mitad del sol estaba aún por encima de la montaña y la otra mitad por debajo. Joringel miró entre los matorrales y vio muy cerca de él el viejo muro del palacio, se asustó y le entró pánico. Jorinde cantó:

Pajarito mío de roja banda
canta mi pena, penita, pena.
La palomita su muerte canta,
canta su pe…, ¡pío! ¡pi!, ¡pío! ¡pi!

Joringel buscó a Jorinde con la mirada. Jorinde se había transformado en un ruiseñor que cantaba: «¡Pío! ¡Pi! ¡Pío! ¡Pi!» Un búho con ojos que echaban chispas voló tres veces a Ruiseñor2su alrededor y gritó tres veces: «¡Uhú! ¡Uhú! ¡Uhú! » Joringel no podía moverse; estaba allí como una piedra, no podía llorar, ni hablar, ni mover las manos ni los pies. Entonces se puso el sol. El búho voló hasta un matorral, e inmediatamente después salió de él una vieja y encorvada mujer, amarilla y flaca, de grandes ojos rojos y aguileña nariz, cuya punta le llegaba hasta la barbilla. Murmuró algo, capturó al ruiseñor y se lo llevó. Joringel no pudo decir nada ni moverse del sitio.

El ruiseñor desapareció. Finalmente la mujer volvió y dijo con voz bronca:

-¡Hola, Zaquiel! ¡Cuando la luz de la lunita brille en la cestita libéralo, Zaquiel, en buena hora!

Entonces Joringel quedó libre; se arrodilló ante la mujer y le suplicó que le devolviera a su Jorinde, pero ella dijo que jamás volvería a tenerla y se marchó. Él clamó, lloró y se lamentó, pero todo fue en vano. «¡Ay! ¿Qué va a ser de mí?», pensó. Joringel se marchó y finalmente llegó a un pueblo desconocido; allí estuvo apacentando cabras mucho tiempo. A menudo rodeaba el palacio, pero sin acercarse demasiado. Hasta que una noche soñó que se encontraba una flor roja como la sangre con una perla hermosa y grande en el centro, y cortaba la flor y se iba con ella al palacio. Todo lo que tocaba con la flor quedaba libre del encantamiento. También soñó que de esa manera recuperaba a su Jorinde.

2012-03-3116-38-13Por la mañana, cuando se despertó, empezó a buscar una flor así por montañas y valles. Siguió buscando hasta el noveno día y entonces, por la mañana temprano, encontró la flor roja como la sangre. En el centro tenía una gota de rocío, tan grande como la más hermosa perla. Aquella flor la llevó día y noche hasta llegar al palacio. Cuando llegó a cien pasos del palacio no se quedó paralizado, sino que siguió avanzando hacia la puerta. Joringel se alegró mucho, tocó el portón con la flor y éste se abrió de par en par; entró, atravesó el patio y escuchó con atención a ver si oía los numerosos pájaros. Por fin los oyó; fue y encontró el salón. Allí estaba la bruja dando de comer a los pájaros en las siete mil cestas. Cuando vio a Joringel se puso furiosa, muy furiosa, escupió veneno y bilis contra él, pero no pudo acercársele a dos pasos. Él no se volvió hacia ella y fue directo a mirar las cestas de los pájaros; pero allí había muchos cientos de ruiseñores. ¡Cómo iba a encontrar a su Jorinde?

Mientras estaba mirando se dio cuenta de que la vieja cogía a escondidas un cestito con un pájaro y se iba con él hacia la puerta. Se fue hacia allí inmediatamente, tocó el cestito con la flor y también a la vieja. Entonces ella ya no pudo hacer magia, y Jorinde estaba allí, abrazada a su cuello, y tan bella como había sido siempre, y él convirtió también de nuevo en doncellas a los demás pájaros y luego se fue con su Jorinde a casa, y juntos vivieron felices durante mucho tiempo.

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Ricitos de Oro y los tres osos – Hnos. Grimm (para la obediencia)


En medio de un bonito y florido bosque, había una preciosa casita en la que vivían 3 ositos: el papá oso, la mamá osa, y el pequeño osito. Un día, tras hacer todas las camas, casita osos limpiar la casa, y hacer la sopa para la cena, los tres ositos fueron a pasear por el bosque.

Mientras los ositos estaban caminando por el bosque, apareció una niña llamada Ricitos de Oro que, al ver tan linda casita, se acercó y se asomó a la ventana. Todo parecía muy ordenado y coqueto dentro de la casa. Olvidándose de la buena educación que su madre le había dado, la niña decidió entrar en la casa de los tres ositos. Al ver la casita tan bien recogida y limpia, Ricitos de Oro curioseó todo lo que pudo. Pero al cabo de un rato sintió hambre gracias al olor muy sabroso que venía de la sopa puesta en la mesa. Se acercó a la mesa y vio que había 3 tazones. Un pequeño, otro más grande, y otro más y más grande todavía. Y otra vez, sin hacer caso a la educación que le habían dado sus padres, la niña se lanzó a probar la sopa. Comenzó por el tazón más grande, pero al probarlo, la sopa estaba demasiado caliente. Entonces pasó al mediano y le pareció que la sopa estaba demasiado fría. Pasó a probar el tazón más pequeño y la sopa estaba como a ella le gustaba. Y la tomó toda, todita.

Cuando acabó la sopa, Ricitos de Oro se subió a la silla más grande pero estaba demasiado dura para ella. Pasó a la silla mediana y le pareció demasiado blanda. Y se decidió por sentarse en la silla más pequeña que le resultó comodísima. Pero la sillita no estaba acostumbrada a llevar tanto peso y poco a poco el asiento fue cediendo y se rompió. Ricitos de Oro decidió entonces subir a la habitación y probar las camas. Probó la cama grande pero era muy alta. La cama mediana estaba muy baja y por fin probó la cama pequeña que era tan mullidita y cómoda que se quedó totalmente dormida.ricitos de oro

Mientras Ricitos de Oro dormía profundamente, llegaron los 3 ositos a la casa y nada más entrar el oso grande vio cómo su cuchara estaba dentro del tazón y dijo con su gran voz:

– ¡Alguien ha probado mi sopa!

Y mamá oso también vio su cuchara dentro del tazón y dijo:

– ¡Alguien ha probado también mi sopa!

Y el osito pequeño dijo con voz apesadumbrada:

– ¡Alguien se ha tomado mi sopa y se la ha comido toda entera!

Después pasaron al salón y dijo papá oso:

– ¡Alguien se ha sentado en mi silla!

comida Y mamá oso dijo:

– ¡Alguien se ha sentado también en mi silla!

Y el pequeño osito dijo con su voz aflautada:

– ¡Alguien se ha sentado en mi sillita y además me la ha roto!

Al ver que allí no había nadie, subieron a la habitación para ver si el ladrón de su comida se encontraba todavía en el interior de la casa. Al entrar en la habitación, papá oso dijo:

– ¡Alguien se ha acostado en mi cama!

Y mamá oso exclamó:

– ¡Alguien se ha acostado en mi cama también!  despertar

Y el osito pequeño dijo:

– ¡Alguien se ha acostado en mí camita…y todavía sigue durmiendo!

Ricitos de Oro, mientras dormía creía que la voz fuerte que había escuchado y que era papá oso, había sido un trueno, y que la voz de mamá oso había sido una voz que la hablaba en sueños pero la voz aflautada del osito la despertó. De un salto se sentó en la cama mientras los osos la observaban, y saltó hacia el otro lado saliendo por la ventana corriendo sin parar un solo instante, tanto, tanto que no daban con los pies en el suelo.

Desde ese momento, Ricitos de Oro nunca volvió a entrar en casa de nadie ajeno sin pedir permiso primero.

Los tres pelos de oro del diablo – H. Grimm


Hace mucho, mucho tiempo, nació de una humilde familia un niño tocado por la suerte que, según las profecías, estaba destinado a casarse con la hija del Rey.

 1238618308_2 – Será muy afortunado, algún día será rey- comentaba la gente.

Los rumores llegaron a oídos del monarca quien, disgustado por la idea de que su hija desposara a un aldeano, quiso comprobar si eran ciertos acercándose a la casa donde había nacido el providencial bebé.

– Así pues, este es el niño que habrá de ser casado con mi hija. Supongo que no os importará que sea educado en mi castillo.Ofreció a los padres cuando llegó.

Como los ancianos eran muy pobres, pensaron que su hijo estaría mejor atendido a cargo del Rey, de forma que accedieron a su petición. Marchó el monarca con el niño, pero antes de llegar al castillo, lo metió en una caja de madera y lo arrojó al río para romper la profecía.

La fortuna hizo que la caja quedara detenida al lado de un molino, en un recodo del río, donde el molinero lo recogió.

El hombre y su mujer, que no había podido tener hijos, quedaron encantados con el niño, lo cuidaron como si fuera suyo y así pasaron catorce años. Una tempestad hizo que el Rey, que comenzaba un largo viaje, buscara albergue en el molino, y cuando reconoció al chiquillo recordó la profecía.

– Debo enviar una carta a la Reina, ¿Os importa que la lleve vuestro hijo, buenas gentes?.

Y a continuación escribió instrucciones en la carta para que la reina acabara con el muchacho en cuanto lo viera.

El chiquillo se puso en camino, pero se perdió en el bosque. Agotado para dar un paso más, encontró una cabaña con la puerta abierta y la luz encendida, y aunque no encontró a nadie, se echó a dormir en un jergón. rmbysilvita12boy

Los dueños de la casita, que eran una banda de ladrones registraron al intruso mientras dormía y encontraron la nota escrita por Rey. A pesar de su endurecido corazón, los ladrones se apiadaron, el capitán rompió la carta y la cambió por otra en la que ordenaba que al llegar el muchacho lo casasen con la hija del Rey. Dejáronlo luego descansar tranquilamente en su banco hasta la mañana, y, cuando se despertó, le dieron la carta y le mostraron el camino. La Reina, al recibir y leer la misiva, se apresuró a cumplir lo que en ella se le mandaba: organizó una boda magnífica, y la princesa fue unida en matrimonio al favorito de la fortuna. Y como el muchacho era guapo y apuesto, su esposa vivía feliz y satisfecha con él. Transcurrido algún tiempo, regresó el Rey a palacio y vio que se había cumplido el vaticinio: el niño de la suerte se había casado con su  hija.

– ¿Cómo pudo ser eso? -preguntó-. En mi carta daba yo una orden muy distinta.

Entonces la Reina le presentó el escrito, para que leyera él mismo lo que allí decía. Leyó el Rey la carta y se dio cuenta de que había sido cambiada por otra. Preguntó entonces al joven qué había sucedido con el mensaje que le confiara, y por qué lo había sustituido por otro.

– No sé nada -respondió el muchacho-. Debieron cambiármela durante la noche, mientras dormía en la casa del bosque.

– Esto no puede quedar así -dijo el Rey encolerizado-. Quien quiera conseguir a mi hija debe ir antes al infierno y traerme tres pelos de oro de la cabeza del diablo. Si lo haces, conservarás a mi hija.

Esperaba el Rey librarse de él para siempre con aquel encargo; pero el afortunado muchacho respondió:

– Traeré los trel-rey-que-no-queria-banarsees cabellos de oro. El diablo no me da miedo-. Se despidió de su esposa y emprendió su peregrinación.

Condújolo su camino a una gran ciudad; el centinela de la puerta le preguntó cuál era su oficio y qué cosas sabía.

– Yo lo sé todo -contestó el muchacho.

– En este caso podrás prestarnos un servicio -dijo el guarda-. Explícanos por qué la fuente de la plaza, de la que antes manaba vino, se ha secado y ni siquiera da agua.

– Lo sabréis -afirmó el mozo-, pero os lo diré cuando vuelva.

Siguió adelante y llegó a una segunda ciudad, donde el guarda de la muralla le preguntó, a su vez, cuál era su oficio y qué cosas sabía.

– Yo lo sé todo -repitió el muchacho.

– Entonces puedes hacernos un favor. Dinos por qué un árbol que tenemos en la ciudad, que antes daba manzanas de oro, ahora no tiene ni hojas siquiera.

– Lo sabréis -respondió él-, pero os lo diré cuando vuelva.

Prosiguiendo su ruta, llegó a la orilla de un ancho y profundo río que había de cruzar. Preguntóle el barquero qué oficio tenía y cuáles eran sus conocimientos.

– Lo sé todo -respondió él.

– Siendo así, puedes hacerme un favor -prosiguió el barquero-. Dime por qué tengo que estar bogando eternamente de una a otra orilla, sin que nadie venga a relevarme.diablo5

– Lo sabrás -replicó el joven-, pero te lo diré cuando vuelva.

Cuando hubo cruzado el río, encontró la entrada del infierno. Todo estaba lleno de hollín; el diablo había salido, pero su ama se hallaba sentada en un ancho sillón.

– ¿Qué quieres? -preguntó al mozo; y no parecía enfadada.

– Quisiera tres cabellos de oro de la cabeza del diablo -respondióle él-, pues sin ellos no podré conservar a mi esposa.

– Mucho pides -respondió la mujer-. Si viene el diablo y te encuentra aquí, mal lo vas a pasar. Pero me das lástima; veré de ayudarte.

Y, transformándolo en hormiga, le dijo:

– Disimúlate entre los pliegues de mi falda; aquí estarás seguro.

– Bueno -respondió él-, no está mal para empezar; pero es que, además, quisiera saber tres cosas: por qué una fuente que antes manaba vino se ha secado y no da ni siquiera agua; por qué un árbol que daba manzanas de oro no tiene ahora ni hojas, y por qué un barquero ha de estar bogando sin parar de una a otra orilla, sin que nunca lo releven.

– Son preguntas muy difíciles de contestar -dijo la vieja-, pero tú quédate aquí tranquilo y callado y presta atento oído a lo que diga el diablo cuando yo le arranque los tres cabellos de oro.

diablo3Al anochecer llegó el diablo a casa, y ya al entrar notó que el aire no era puro:

– ¡Huelo, huelo a carne humana! -dijo-; aquí pasa algo extraño.

Y registró todos los rincones, buscando y rebuscando, pero no encontró nada. El ama le increpó:

– Yo venga barrer y arreglar; pero apenas llegas tú, lo revuelves todo. Siempre tienes la carne humana pegada en las narices. ¡Siéntate y cena, vamos!

Comió y bebió, y, como estaba cansado, puso la cabeza en el regazo del ama, pidiéndole que lo despiojara un poco.

A los pocos minutos dormía profundamente, resoplando y roncando. Entonces, la vieja le agarró un cabello de oro y, arrancándoselo, lo puso a un lado. – ¡Uy! -gritó el diablo-, ¿qué estás haciendo?

– He tenido un mal sueño -respondió la mujer- y te he tirado de los pelos.

– ¿Y qué has soñado? -preguntó el diablo.

– He soñado que una fuente de una plaza de la que manaba vino, se había secado y ni siquiera salía agua de ella. ¿Quién tiene la culpa?

– ¡Oh, si lo supiesen! -contestó el diablo-. Hay un sapo debajo de una piedra de la fuente; si lo matasen volvería a manar vino.

La vieja se puso a despiojar al diablo, hasta que lo vio nuevamente dormido, y roncando de un modo que hacía vibrar los cristales de las ventanas. Arrancóle entonces el segundo cabello.

– ¡Uy!, ¿qué haces? -gritó el diablo, montando en cólera.

– No lo tomes a mal -excusóse la vieja- es que estaba soñando.

– ¿Y qué has soñado ahora?

– He soñado que en un cierto reino crecía un manzano que antes producía manzanas de oro, y, en cambio, ahora ni hojas echa. ¿A qué se deberá esto?

– ¡Ah, si lo supiesen! -respondió el diablo-. En la raíz vive una rata que lo roe; si la matasen, el árbol volvería a dar manzanas de oro; pero si no la matan, el árbol se secará del todo. Mas déjame tranquilo con tus sueños; si vuelves a molestarme te daré un sopapo.hormiga-web

La mujer lo tranquilizó y siguió despiojándolo, hasta que lo vio otra vez dormido y lo oyó roncar. Cogiéndole el tercer cabello, se lo arrancó de un tirón. El diablo se levantó de un salto, vociferando y dispuesto a arrearle a la vieja; pero ésta logró apaciguarlo por tercera vez, diciéndole:

– ¿Y qué puedo hacerle, si tengo pesadillas?

– ¿Qué has soñado, pues? -volvió a preguntar, lleno de curiosidad.

– He visto un barquero que se quejaba de tener que estar siempre bogando de una a otra orilla, sin que nadie vaya a relevarlo. ¿Quién tiene la culpa?

– ¡Bah, el muy bobo! -respondió el diablo-. Si cuando le llegue alguien a pedirle que lo pase le pone el remo en la mano, el otro tendrá que bogar y él quedará libre. Teniendo ya el ama los tres cabellos de oro y habiéndole sonsacado la respuesta a las tres preguntas, dejó descansar en paz al viejo ogro, que no se despertó hasta la madrugada.

Marchado que se hubo el diablo, la vieja sacó la hormiga del pliegue de su falda y devolvió al hijo de la suerte su figura humana.

– Ahí tienes los tres cabellos de oro -díjole-; y supongo que oirías lo que el diablo respondió a tus tres preguntas.

– Sí -replicó el mozo-, lo he oído y no lo olvidaré.

diablo-copie-2– Ya tienes, pues, lo que querías, y puedes volverte.

Dando las gracias a la vieja por su ayuda, salió el muchacho del infierno, muy contento del éxito de su empresa. Al llegar al lugar donde estaba el barquero, pidióle éste la prometida respuesta.

– Primero pásame -dijo el muchacho-, y te diré de qué manera puedes librarte-. Cuando estuvieron en la orilla opuesta, le transmitió el consejo del diablo: – Al primero que venga a pedirte que lo pases, ponle el remo en la mano.

Siguió su camino y llegó a la ciudad del árbol estéril, donde le salió al encuentro el guarda, a quien había prometido una respuesta. Repitióle las palabras del diablo: – Matad la rata que roe la raíz y volverá a dar manzanas de oro.

Agradecióselo el guarda y le ofreció, en recompensa, dos asnos cargados de oro. Finalmente, se presentó a las puertas de la otra ciudad, aquella en que se había secado la fuente, y dijo al guarda lo que oyera al diablo:

– Hay un sapo bajo una piedra de la fuente. Buscadlo y matadlo y volveréis a tener vino en abundancia.

Dióle las gracias el guarda, y, con ellas, otros dos asnos cargados de oro.diablo4

Al cabo, el afortunado mozo estuvo de regreso a palacio, junto a su esposa, que sintió una gran alegría al verlo de nuevo, y a la que contó sus aventuras. Entregó al Rey los tres cabellos de oro del diablo, y al reparar el monarca en los cuatro asnos con sus cargas de oro, díjole, muy contento:

– Ya que has cumplido todas las condiciones, puedes quedarte con mi hija. Pero, querido yerno, dime de dónde has sacado tanto oro. ¡Es un tesoro inmenso! – He cruzado un río -respondióle el mozo- y lo he cogido de la orilla opuesta, donde hay oro en vez de arena.

– ¿Y no podría yo ir a buscar un poco? -preguntó el Rey, que era muy codicioso.

– Todo el que queráis -dijo el joven-. En el río hay un barquero que os pasará, y en la otra margen podréis llenar los sacos.

El avaro rey se puso en camino sin perder tiempo, y al llegar al río hizo seña al barquero de que lo pasara. El barquero le hizo montar en la barca, y, antes de llegar a la orilla opuesta. poniéndole en la mano la pértiga, saltó a tierra. Desde aquel día, el Rey tiene que estar bogando; es el castigo por sus pecados.

– ¿Y está bogando todavía?

– ¡Claro que sí! Nadie ha ido a quitarle la pértiga de la mano.

El Enano Saltarín (Rumpelstilzchen) – Hermanos Grimm


Cuentan que en un tiempo muy lejano el rey decidió pasear por sus dominios, que incluían una pequeña aldea en la que vivía un molinero junto con su bella hija. Al interesarse el rey por ella, el molinero mintió para darse importancia:00068

– Además de bonita, es capaz de convertir la paja en oro hilándola con una rueca.

El rey, francamente contento con dicha cualidad de la muchacha, no lo dudó un instante y la llevó con él a palacio.

Una vez en el castillo, el rey ordenó que condujesen a la hija del molinero a una habitación repleta de paja, donde había también una rueca:

– Tienes hasta el alba para demostrarme que tu padre decía la verdad y convertir esta paja en oro. De lo contrario, serás desterrada. La pobre niña lloró desconsolada, pero he aquí que apareció un estrafalario enano que le ofreció hilar la paja en oro a cambio de su collar. enano_saltarin

La hija del molinero le entregó la joya y… zis-zas, zis-zas, el enano hilaba la paja que se iba convirtiendo en oro en las canillas, hasta que no quedó ni una brizna de paja y la habitación refulgía por el oro. Cuando el rey vio la proeza, guiado por la avaricia, espetó:

– Veremos si puedes hacer lo mismo en esta habitación. Y le señaló una estancia más grande y más repleta de oro que la del día anterior.
La muchacha estaba desesperada, pues creía imposible cumplir la tarea pero, como el día anterior, apareció el enano saltarín:

– ¿Qué me das si hilo la paja para convertirla en oro? – preguntó al hacerse visible.

ENANO-~1 – Sólo tengo esta sortija – Dijo la doncella tendiéndole el anillo.

– Empecemos pues, – respondió el enano. Y zis-zas, zis-zas, toda la paja se convirtió en oro hilado.

Pero la codicia del rey no tenía fin, y cuando comprobó que se habían cumplido sus órdenes, anunció:

– Repetirás la hazaña una vez más, si lo consigues, te haré mi esposa – Pues pensaba que, a pesar de ser hija de un molinero, nunca encontraría mujer con dote mejor. Una noche más lloró la muchacha, y de nuevo apareció el grotesco enano:

– ¿Qué me darás a cambio de solucionar tu problema? – Preguntó, saltando, a la chica.

– No tengo más joyas que ofrecerte – y pensando que esta vez estaba perdida, gimió desconsolada.

– Bien, en ese caso, me darás tu primer hijo – demandó el enanillo. Aceptó la muchacha:

“Quién sabe cómo irán las cosas en el futuro”, dijo para sus adentros.

Y como ya había ocurrido antes, la paja se iba convirtiendo en oro a medida que el extraño ser la hilaba.  Dibujo--6

Cuando el rey entró en la habitación, sus ojos brillaron más aún que el oro que estaba contemplando, y convocó a sus súbditos para la celebración de los esponsales. Vivieron ambos felices y al cabo de una año, tuvieron un precioso retoño. La ahora reina había olvidado el incidente con la rueca, la paja, el oro y el enano, y por eso se asustó enormemente cuando una noche apareció el duende saltarín reclamando su recompensa.

– Por favor, enano, por favor, ahora poseo riqueza, te daré todo lo que quieras. ¿Cómo puedes comparar el valor de una vida con algo material?

– Quiero a tu hijo – exigió el desaliñado enano. Pero tanto rogó y suplicó la mujer, que conmovió al enano:

– Tienes tres días para averiguar cuál es mi nombre, si lo aciertas, dejaré que te quedes con el niño.

  Por más que pensó y se devanó los sesos la molinerita para buscar el nombre del enano, nunca acertaba la respuesta correcta. Al rumpelstilzchen-1 tercer día, envió a sus exploradores a buscar nombres diferentes por todos los confines del mundo. De vuelta, uno de ellos contó la anécdota de un duende al que había visto saltar a la puerta de una pequeña cabaña cantando:

– “Yo sólo tejo, a nadie amo y Rumpelstilzchen me llamo”

Cuando volvió el enano la tercera noche, y preguntó su propio nombre a la reina, ésta le contestó:

– ¡Te llamas Rumpelstilzchen!

– ¡No puede ser! – gritó él – ¡No lo puedes saber! ¡Te lo ha dicho el diablo!

Y tanto y tan grande fue su enfado, que dio una patada en el suelo que le dejó la pierna enterrada hasta la mitad, y cuando intentó sacarla, el enano se partió por la mitad.

El lobo y los siete cabritillos – Hermanos Grimm (para el miedo)


castillo%20casita En una bonita casa del bosque vivía mamá cabra con sus siete cabritillos.

Una mañana mamá cabra le dijo a sus hijos que tenía que ir a la ciudad a comprar y de forma insistente les dijo:

– «Queridos hijitos, ya sabéis que no tenéis que abrirle la puerta a nadie. Vosotros jugad y no le abráis a nadie».

– «¡Sí mamá. No le abriremos a nadie la puerta.»

La mamá de los cabritillos temía que el lobo la viera salir y fuera a casa a comerse a sus hijitos. Ella, preocupada, al salir por la puerta volvió a decir:

– «Hijitos, cerrar la puerta con llave y no le abráis la puerta a nadie, puede venir el lobo.»

El mayor de los cabritillos cerró la puerta con llave.

Al ratito llaman a la puerta:

–  «¿Quién es?», dijo un cabritillo.

– «Soy yo, vuestra mamá», dijo el lobo, que intentaba imitar la voz de la mamá cabra.lobo7cabritos

– «No, no, tú no eres nuestra mamá, nuestra mamá tiene la voz fina y tú la tienes ronca.»

El lobo se marchó y fue en busca del huevero y le dijo:

– «Dame cinco huevos para que mi voz se aclare.»

El lobo tras comerse los huevos tuvo una voz más clara. De nuevo llaman a la puerta de las casa de los cabritillos.

– «¿Quién es?».

– «Soy yo, vuestra mamá.»

– «Asoma la patita por debajo de la puerta.»

Entonces el lobo metió su oscura y peluda pata por debajo de la puerta y los cabritillos dijeron:

– «¡No, no! tú no eres nuestra mamá, nuestra mamá tiene la pata blanquita.» lobomalo-715273

El lobo enfadado pensó: «Qué listos son estos cabritillos, pero se van a enterar, voy a ir al molino a pedirle al molinero harina para poner mi para muy blanquita.»

Así lo hizo el lobo y de nuevo fue a casa de los cabritillos.

– «¿Quién es?», dice un cabritillo.

– «Soy yo, vuestra mamá.»

– «Enseña la patita por debajo de la puerta.»

El lobo metió su pata, ahora blanquita, por debajo de la puerta y todos los cabritillos dijeron:

– «¡Sí, sí! Es nuestra mamá, abrid la puerta.»

Entonces el lobo entró en la casa y se comió a seis de los cabritillos, menos a uno, el más pequeño, que se había escondido en la cajita del reloj.

El lobo con una barriga muy gorda salió de la casa hacia el río, bebió agua y se quedó dormido al lado del río. Mientras tanto mamá cabra llegó a casa. Al ver la puerta abierta entró muy nerviosa gritando: vlcsnap-107789

– «¡Hijitos, dónde estáis! ¡ Hijitos, dónde estáis!».

Una voz muy lejana decía:

– «¡Mamá, mamá!».

– «¿Dónde estás, hijo mío?».

– «Estoy aquí, en la cajita del reloj.»

Doc02 La mamá cabra sacó al menor de sus hijos de la cajita del reloj, y el cabritillo le contó que el lobo había venido y se había comido a sus seis hermanitos. La mamá cabra le dijo a su hijito que cogiera tijeras, hilo y una aguja, y juntos salieron a buscar al lobo. Le encontraron durmiendo profundamente. La mamá cabra abrió la barriga del lobo, sacó a sus hijitos, la llenó de piedras, luego la cosió y todos se fueron contentos. Al rato el lobo se despertó:

– «¡Oh¡ ¡Qué sed me ha dado comerme a estos cabritillos!».

Se arrastró por la tierra para acercarse al río a beber agua, pero al intentar beber, cayó al río y se ahogó, pues no podía moverse, ya que su barriga estaba llena de muchas y pesadas piedras. Al legar a casa, la mamá regañó a los cabritillos diciéndoles que no debieron desobedecerla, pues mira lo que había pasado.