Desde mi punto de vista, es este uno de los valores por excelencia. La humildad está relacionada con la aceptación de nuestros defectos, debilidades y limitaciones. En la medida que la cultivamos, nos es cada vez más fácil aprender de las equivocaciones que cometemos, comprendiendo que los errores son necesarios para seguir creciendo y evolucionando. Pero ser humilde no significa ser débil.
Evidentemente, es uno de los valores esenciales en la educación de los niños. Ser humildes es sentir respeto hacia los demás, pedir ayuda cuando es necesario, no infravalorar a nadie, no considerarse superior y sobre todo, tener una actitud permanente de aprendizaje (una mentalidad abierta).
¿Cómo enseñamos humildad a nuestros hijos?
Para que un niño pueda entender el significado de la humildad, los padres podemos aprovechar explicando y dialogando en situaciones reales:
– Aprovechar si juega en equipo para explicarle que no siempre se gana y que aceptar la derrota y felicitar al vencedor.
– Los abuelos son fantásticos transmisores de valores como la humildad. Podemos enseñarles a respetar a las personas mayores y a escucharles. Eso también es humildad.
– Si nuestro hijo se enfada por sacar malas notas y piensa que su profesor le tiene ‘manía’, debemos enseñarle a aceptar el suspenso y a esforzarse más. Y explicarle que eso también es humildad.
– Cuando nuestro hijo vea animales pequeños como mariposas o insectos, podemos explicarle que ninguno de ellos es menos importante que los más grandes. Enseñarle a respetarlos y entenderá que eso es humildad.
– Pedir perdón es difícil, es muy importante enseñar a nuestro hijo a pedir perdón para enmendar una acción: si en algún momento pegó a su amigo, si le dijo algo feo, si se peleó con su hermano, debe pedir perdón.
Lecturas recomendadas: La ratoncita presumida, La Cenicienta, La zorra y el gato, La perdiz y la tortuga, Las manchas del sapo
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vaya que sí. todos deberíamos ser un poco más humildes porque vamos por ahí topandonos con una panda de gentuza que para qué!
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