La calabaza mágica


Había una vez en una granja un gran sembrado de calabazas que se preparaban para la gran festividad del Día de los Santos.

calabaza tristeTodas las calabazas eran perfectas para decorarlas, ser comidas como dulces, etc. Ellas sabían que ese era su destino y estaban conformes con ello, ser el centro de atención por lo menos unos días en el año.

Hablaban de lo bonitas que se veían una a la otra y que su tamaño era el adecuado. Cerca de ellas, en el rincón estaba una enorme calabaza que el granjero dejó a un lado por ser diferente a las otras, era grande, con las rayas desigual, descolorida y arrugada. Ella estaba triste y se cubría con sus propias hojas, sabía que era diferente a las demás y que por eso no cumplirá el mismo destino de las demás calabazas. Se sentía insignificante a pesar de su tamaño.

hadaEsa misma noche deseó con todo su corazón de pepita, que ocurriera un milagro y que fuera tan importante como las demás, aunque sea solo un momento. Enseguida apareció el hada de las calabazas y le dijo:

¡No te sientas mal, tú eres alguien muy especial! Tú estás destinada a hacer feliz a todos los niños del mundo y te llenarán de sorpresas. Y por esa razón, les darás una emoción especial y gran alegría.

Enseguida ocurrió lo esperado y le dijo:

Calabacín, calabazan, tú por siempre vivirás y en tus entrañas alegría repartirás.

Y de pronto ……¡Ooooooh, sorpresaaaa! La calabaza se había convertido en una bella y divertida calabacita plástica llena de caramelos del Día de los Santos, y ella estará presente en cada hogar donde exista un niño especial.

caramelosdehalloween

Gabriela Tamariz Gómez (http://www.cuentosinfantilescortos.net/)

Los tres deseos – J. M. Leprince de Beaumont


Había una vez un hombre, que no era muy rico, que se casó con una bella mujer. Una noche de invierno, sentados junto al fuego, comentaban la felicidad de sus vecinos que eran más ricos que ellos.
-¡Oh! -decía la mujer- si pudiera disponer de todo lo que yo quisiera, sería muy pronto mucho más feliz que todas estas personas.
-Y yo -dijo el marido-. Me gustaría vivir en el tiempo de las hadas y que hubiera una lo suficientemente buena como para concederme todo lo que yo quisiera.
En ese preciso instante, vieron en su cocina a una dama muy hermosa, que les dijo:
-Soy un hada; prometo concederos las tres primeras cosas que deseéis; pero tenedRosetta cuidado: después de haber deseado tres cosas, no os concederé nada más.
Cuando el hada desapareció, aquel hombre y aquella mujer se hallaron muy confusos:
-Para mí, que soy el ama de casa -dijo la mujer- sé muy bien cuál sería mi deseo: no lo deseo aún formalmente, pero creo que no hay nada mejor que ser bella, rica y fina.
-Pero, -contestó el marido- aún teniendo todas esas cosas, uno puede estar enfermo, triste o incluso puede morir joven: sería más prudente desear salud, alegría y una larga vida.
-¿De qué serviría una larga vida, si se es pobre? -dijo la mujer-. Eso sólo serviría para ser desgraciado durante más tiempo. En realidad, el hada habría debido prometer concedernos una docena de deseos, pues hay por lo menos una docena de cosas que yo necesitaría.
-Eso es cierto -dijo el marido- pero démonos tiempo, pensemos de aquí a mañana por la mañana, las tres cosas que nos son más necesarias, y luego las pediremos.
-Puedo pensar en ello toda la noche -dijo la mujer- mientras tanto, calentémonos pues hace frío.
Mientras hablaba, la mujer cogió unas tenazas y atizó el fuego; y cuando vio que había bastantes carbones encendidos, dijo sin reflexionar:
-He aquí un buen fuego, me gustaría tener una morcilla para cenar, podríamos asarla fácilmente.morcilla
Tan pronto como terminó de pronunciar esas palabras, cayó por la chimenea una morcilla.
-¡Maldita sea la tragona con su morcilla! -dijo el marido-; no es un hermoso deseo, y sólo nos quedan dos que formular; por lo que a mí respecta, me gustaría que llevaras la morcilla en la punta de la nariz.
Y, al instante, el hombre se percató de que era más tonto aún que su mujer, pues, por ese segundo deseo, la morcilla saltó a la punta de la nariz de aquella pobre mujer que no podía arrancársela.
-¡Qué desgraciada soy! -exclamó- ¡eres un malvado por haber deseado que la morcilla se situara en la punta de mi nariz!
-Te juro, esposa querida, que no he pensado en que pudiera ocurrir -dijo el marido-. ¿Qué podemos hacer? Voy a desear grandes riquezas y te haré un estuche de oro para tapar la morcilla.
-¡Cuídate mucho de hacerlo! -prosiguió la mujer- pues me suicidaría si tuviera que vivir con esta morcilla en mi nariz, te lo aseguro. Sólo nos queda un deseo, cédemelo o me arrojaré por la ventana.
Mientras pronunciaba estas frases corrió a abrir la ventana y su marido, que la amaba, gritó:
-Detente mi querida esposa, te doy permiso para que pidas lo que quieras.
-Muy bien, -dijo la mujer- deseo que esta morcilla caiga al suelo.
Y al instante, la morcilla cayó. La mujer, que era inteligente, dijo a su marido:
-El hada se ha burlado de nosotros, y ha tenido razón. Tal vez hubiéramos sido más desgraciados siendo más ricos de lo que somos en este momento. Créeme, amigo mío, no deseemos nada y tomemos las cosas como Dios tenga a bien mandárnoslas; mientras tanto, comámonos la morcilla, puesto que es lo único que nos queda de los tres deseos.
El marido pensó que su mujer tenía razón, y cenaron alegremente, sin volver a preocuparse por las cosas que habrían podido desear.

La adivinanza de la semana (166)


Solución a la adivinanza nº 165

Imagen


un hada

La adivinanza de la semana (165)


La leyenda de la flor de melocotón


Cuenta la leyenda que hace muchos años vivía una hermosa joven en una remota aldea van-anh-1de Vietnan, la joven era muy bonita y además era una bordadora primorosa. Muchos hombres ricos la pretendían como esposa, pero ella los rechazaba a todos. La muchacha siempre decía:
– “Sólo me casaré con el hombre que pueda tejer diez metros de seda sin uniones y teñir los hilos de rosca de un rosa que no se decolore.
No muy lejos de su aldea vivía un joven tejedor. Un día, una pájaro se enredó en su telar rompiéndose un ala. El muchacho cuido del ave hasta que esta recobro su salud, el pájaro en agradecimiento por ello nunca se marchó de su lado y desde ese día siempre estaban juntos, el joven vivía solo desde la muerte de sus padres y el pájaro era su única compañía. Su madre unos días antes de morir había plantado un hermoso árbol en el patio de su casa. Un día, el pájaro le dijo al joven:
– “No muy lejos de aquí vive una muchacha hermosísima. Es una hábil bordadora, y ha dicho que se casará con el hombre que pueda tejer diez metros de seda sin costuras y que tiña el hilo de rosca en un color rosa que no se decolore jamás”.
 El muchacho eligió sus mejores hilos de seda y comenzó a tejer. Para él, tejer diez metros de seda sin costuras no era problema, pero ¿cómo iba a teñir la seda de un colortejedor vietnan rosa que no se desluciese jamás?. Afortunadamente, el pájaro tenía la solución. Una mañana muy temprano llevó al joven ante un hada que vivía en las montañas. Ésta era también una buena bordadora y, después de escuchar la historia de boca del joven, prometió ayudarle.
– “Todos los colores palidecen con el tiempo, el único tinte que no pierde color es la sangre. Debes pincharte los dedos y recoger la sangre, después úsala para teñir la seda”, dijo el Hada.
El joven siguió las instrucciones del hada pero, después de siete días, había perdido tanta sangre que apenas podía tenerse en pie. El pájaro le ayudaba, trayéndole alimentos y hierbas medicinales para curar sus heridas. Por fin tras diez largos días de sufrimiento, los hilos de rosca estuvieron teñidos con un hermoso tono rosa envueltos en un precioso paño.
rey vietAcompañado por el pájaro, el joven llevó el fruto de su esfuerzo a la casa de la muchacha. Sus pretendientes ricos estaban también allí, todos habían llevado sus trabajos de seda y los paquetes con hilos de rosca. La muchacha recogió todos los trabajos y cogiendo un pequeño espejo y una aguja, sostuvo el espejo cerca de la tela y en la imagen del espejo vio las costuras de los paños. Enhebrando un hilillo rosado en su aguja, vio que el color era pálido. La muchacha repitió estas pruebas con todos los trabajos de los pretendientes, hasta que llego al paño tejido por el joven. Mirando en su espejo, comprobó que la seda brillaba como la superficie de un lago. Y cuando examinó con su aguja el hilo del tejido, brilló intensamente en un color rosa profundo. Era tan bonito que la muchacha accedió de inmediato a casarse con el tejedor. La gente entusiasmada corrió a felicitar a la pareja, pero los ricos pretendientes despreciados por la muchacha se marcharon enojados.
Uno de estos pretendientes enojado fue a ver al rey, un anciano que, debido a su miedo irracional al fuego, nunca había salido de su palacio. A pesar de su avanzada edad, el gorra floranciano rey disfrutaba de la compañía de hermosas y jóvenes muchachas. Al escuchar la historia de la bella tejedora, el rey ordenó que fuese conducida ante su presencia. La feliz pareja, entre tanto, no era consciente del peligro que se cernía sobre ellos. Cierto día mientras la muchacha estaba ocupada en bordar una camisa de seda, su marido le confesó como había teñido los hilos de aquel color rosa, entonces ella emocionada bordó unas flores en la camisa con cinco pétalos como símbolo de amor a su marido. La camisa era tan hermosa que la gente acudía desde aldeas lejanas para admirarla.
De repente una mañana aparecieron los soldados del rey, apresaron al tejedor y se llevaron a la muchacha por la fuerza, el pájaro intentó ayudarles, pero fue herido de muerte por la lanza de un soldado. El viaje hasta el palacio real era largo y cuanto más se alejaba de su hogar, más desesperada estaba la muchacha. Rasgó las flores bordadas de su camisa y las lanzó al viento y e imploró una petición:
– “Por favor lleva estas flores a mi amor”.
El viento cumplió su petición y llevó las flores bordadas hasta donde estaba su esposo. joven tejedoraCuando por fin el tejedor llegó a la casa, se sorprendió al ver el árbol que su madre había plantado cubierto de flores rosas. La muchacha incapaz de soportar vivir con un rey viejo y se quitó la vida ahorcándose con su camisa de seda. Cuando los soldados llegaron al palacio, fueron convocados ante el rey y explicaron que la muchacha, echando de menos a su marido, se había matado. El rey al escuchar esto se encolerizó tanto que ordenó a sus hombres volver para encarcelar al tejedor.
A la mañana siguiente el tejedor volvió junto al árbol y escuchó un susurro en el viento:
– “Amor mío, debo ocultar las flores antes de que los soldados del rey las destruyan, tienes que marcharte, huye lejos de aquí”.
Nada más escuchar las palabras soplo un fuerte viento que cambio el color de las flores y estas se marchitaron. El muchacho decidió ir a la capital, porque todavía esperaba encontrar a su esposa, pero antes fue a visitar al hada, ésta le dijo:
– “Si quieres ver a tu esposa debes matar al malvado rey pero para tener éxito necesitarás la ayuda del pequeño pájaro».
– “Pero el pájaro está muerto, no puedo devolverle la vida”.
El hada le respondió:
– “Entierra el cuerpo del ave bajo el árbol que tu madre plantó y cuando llegue la primavera y se levanten los muertos, el pajarillo volverá a la vida”.
El tejedor siguió sus instrucciones y, a la primavera siguiente, unos pequeños brotes rosados aparecieron en el árbol. Días más tarde, el pájaro apareció. Los dos juntos reemprendieron viaje hacia la capital, el tejedor iba disfrazado como vendedor de carbón y llevaba un ramillete de flores rosadas en su mano. Cuando llego a la corte, se acercó a un guardia y solicitó permiso para presentar al rey las flores. El rey ordenó al extranjero que se acercase y se agachó para admirar la frescura de las flores, en ese instante la rama estalló en llamas. El fuego quemo la barba del rey y las llamas se extendieron rápidamente por sus trajes hasta abrasarlo. El astuto tejedor había colocado un pedazo de carbón encendido en el ramillete y, al acercarse el rey, había soplado sobre las ascuas, provocando un pequeño fuego que rápidamente prendió las ropas del rey.
shopping-21Encontró en el castillo la camisa con la que su esposa se había quitado la vida y volvió para enterrarla bajo el árbol de su madre. A la mañana siguiente la camisa estaba cubierta de flores. El pájaro condujo al tejedor hasta un denso bosque. Dentro del hueco que había en un gran tronco de un árbol, estaba el cuerpo de su querida esposa. El pájaro le dijo al joven lo que tenía que hacer y este envolvió el tronco con la camisa de su amada y de repente, se quebró la madera del tronco en millares de astillas, la joven apareció y caminando se acercó a su esposo. El tejedor, su esposa y el pájaro regresaron a su casa impacientes por compartir su felicidad, se presentaron a sus vecinos con las flores rosadas de su árbol. Estas flores de color rosa, ahora son conocidas como flores de melocotón, son un símbolo de la dedicación y del amor. Cada primavera, estas hermosas flores reaparecen, al igual que el amor de los fieles amantes.
melocoton
Leyenda vietnamita.

Érase una bruja


Érase una bruja
buruja, buruja
que todas las tardes
salía a pasearbrujeta22
con sus cuatro gatos
garatos, garatos
por la calle Real
eal, eal
montada en su escoba
boroba, boroba
pa` poder volar
olar, olar

Llegó hasta un castillo
Virillio, virillo
y escuchó llorar
Orar, orar
a una princesa
incesa, incesa
que quería pasear
ear, ear
y la astuta bruja
buruja, buruja
la sacó a volar
olar, olar.

De: Inés de Cuevas

(www.leemeuncuento.com.)