La boda de la xdzunuúm (para la colaboración)


Una mañana soleada, xdzunuúm (colibrí en lengua maya), estaba parada sobre la rama ceibade una ceiba y lloraba al contemplar su pequeño nido a medio hacer. Y es que a pesar de que llevaba días buscando materiales para construir su casa, sólo había encontrado unas cuantas ramas y hojas que no le alcanzaban. Quería acabar su nido pronto, pues ahí viviría cuando se casara, pero era muy pobre y cada vez le parecía más difícil terminar su hogar y poder organizar su boda.

La xdzunuúm era tan pequeña que su llanto apenas se escuchaba; la única en oírlo fue la xkokolché, quien voló de rama en rama hasta encontrar a la triste pajarita. Al verla, le preguntó:

– ¿Qué te pasa, amiga xdzunuúm?

– ¡Ay!, mi pena es muy grande.

– Cuéntamela, tal vez yo pueda ayudarte.

– ¡No! Nadie puede remediar mi dolor

– ¡Anda!, ¡cuéntame qué tienes!.

– Bueno, fíjate que me quiero casar, pero mi novio y yo somos tan pobres que no tenemos nido ni podemos hacer la fiesta.

– ¡Uy! Eso sí que es un problema, porque yo soy pobre también — respondió la xkokolché.

– ¿Lo ves? Te lo dije, nadie me puede ayudarnido colibrí

– No llores, espérate, ahora se me ocurre algo

Las dos aves pensaron un rato; desesperada, la xdzunuúm ya iba a llorar de nuevo, cuando la xkokolché tuvo una idea:

– Mira, tú y yo solas no vamos a poder con la boda. Tenemos que llamar a otros animales para que nos ayuden.

Apenas acabó de hablar, la xkokolché entonó una canción en maya, que decía así:

U tul chichan chiich, u kat socobel, ma tu patal xun, minaan y nuucul.

De esta forma, la xkokolché contaba que una pajarita se quería casar, pero no tenía recursos para hacerlo. Luego repitió la canción y,  como su voz era tan dulce, algunos animales y hasta el agua y los árboles se acercaron a escucharla. Cuando ella los vio muy atentos a sus palabras, les pidió ayuda con este canto:

Minaan u xbakal, minaan u nokil, minaan u xanbil, minaan u xacheil, minaan u neeneíl, minaan u chu-cí, minaan u necteíl.

Con esas palabras, la xkokolché les explicaba:

No tiene el collar, no tiene el vestido, no tiene los zapatos, no tiene el peine, no tiene el espejo, no tiene los dulces, no tiene las flores.

tucan_mexicoMientras la xkokolché cantaba, la xdzunuúm derramaba gruesos lagrimones. Así, entre las dos lograron que todos los presentes quisieran ayudar. Por un momento, se quedaron callados, luego, se escucharon varias voces:

– ¡Qué se haga la boda!, yo daré el collar — dijo el ave xomxaníl, dispuesta a prestar el adorno amarillo que tenía en el pecho.

– ¡Qué se haga la boda!, yo daré el vestido — ofreció la araña y empezó a tejer una tela muy fina para vestir a la novia.

– ¡Qué se haga la boda!, yo daré los zapatos — aseguró el venado.

– ¡Qué se haga la boda!, yo daré el peine — prometió la iguana y se quitó algunas púas de las que cubren su lomo.

– ¡Qué se haga la boda!, yo daré el espejo — afirmó el cenote, pues su agua era tan cristalina que en ella podría contemplarse la novia.

– ¡Qué se haga la boda!, yo daré los dulces — se comprometió la abeja y se fue a traer la miel de su panal.

Con eso, ya estaba listo lo necesario para la boda.

La xdzunuúm lloró de nuevo, pero ahora de alegría. Luego, voló a buscar al novio y le dijo que ya podían casarse. A los pocos días, se celebró una gran boda, y por supuesto, la xkokolché fue la madrina. En la fiesta hubo de todo, porque los invitados llevaron muchos regalos. Desde entonces, la xdzunuúm dejó de lamentar su pobreza, pues supo que contaba con grandes amigos.

Leyenda maya

CalypteannaI

  • Os agradeceré que, si sabéis qué aves son las que aparecen en la leyenda (colibrí sabemos que es xdzunuúm), por favor nos lo digáis, siempre podemos aprender. Gracias.

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