Gluskap y el niño (para la humildad)


Gluskap era el héroe principal de los algonquinos (pueblo nativo de Canadá). Tenía una fuerza colosal, podía transformarse en gigante y protegía a todos los hombres de seres malévolos que les amenazaban.

Gluskap venció en numerosas ocasiones al espíritu del mal. Acabó con el dragón de la fuente y lo convirtió en rana, los gigantes Kewawlqu, los hechiceros Medecolin, el terrible espírituguerrero indio de la Noche Paloma y muchos otros demonios. Y se puso muy vanidoso…

– ¡Soy absolutamente invencible!, declaraba, con suficiencia.

– Yo conozco a alguien a quien no conseguirás vencer jamás, le aseguró una mujer.

– ¡Qué estupidez! ¡Me gustaría mucho saber de quién se trata!

– Se llama Wasis. Pero te lo advierto, no intentes desafiarle porque lo lamentarás.

Desde entonces Gluskap sólo tuvo una idea en la cabeza: enfrentarse a Wasis. Así les demostraría a todos quién era el más fuerte.

La mujer le condujo a su poblado, le hizo entrar en una cabaña y señaló a un niño sentado en el suelo, que chupaba un trozo de mujer siouxazúcar de arce.

– Aquí está, dijo, Este es Wasis. Es pequeño pero tiene una fuerza colosal. ¡No le provoques!

– Eso lo veremos, respondió Guskap.

Y se puso a gritar a pleno pulmón:

– ¡Soy Gluskap! ¡Ven a pelear conmigo!

Wasis no prestó atención y continuó chupando tranquilamente su trozo de azúcar.

-¿Es que no me has oído? ¡Ven a pelear conmigo!, repitió Gluskap.

Como el niño no le hacía caso, Gluskap lanzó su terrible grito de guerra.

Wasis le observó un momento y luego, disgustado por haber sido molestado, abrió la boca y se puso también a gritar:bebeLLorando

– ¡Buaaaaaaaa! ¡Buaaaaaaaaaa!.

Aquel grito era espantoso, Gluskap no había oído jamás nada parecido. Se tapó los oídos, danzó todas las danzas de guerra, recitó las palabras mágicas más horribles, se puso a entonar canciones rituales. Pero nada sirvió.

– ¡Buaaaaaaaaaa!, ¡Buaaaaaaaaaaaaa!, ¡Buaaaaaaaaaaaa!, lloraba el niño sin descanso.

Sus gritos armaban un estrépito infernal, más poderoso que el trueno.

No pudiendo soportarlo más, Gluskap, que se creía invencible, se declaró derrotado. Emprendió la huída y no volvió jamás a aquel poblado…

¡Temía encontrarse de nuevo con el terrible Wasis!

Leyenda algonquina (América del norte)

2 comentarios en “Gluskap y el niño (para la humildad)

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