Blancanieves y los 7 enanitos – Hnos. Grimm (2ª parte)


La reina, una vez que comió los que creía que eran los pulmones y el hígado de Blancanieves, se creyó de nuevo la principal y la más bella de todas las mujeres. Se madrastra puso ante el espejo y dijo:

– ¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Entonces el espejo respondió:

– La Reina es la más hermosa de este lugar pero, pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.

La reina quedó aterrorizada pues sabía que el espejo no mentía nunca. Se dio cuenta de que el cazador la había engañado y de que Blancanieves vivía. Reflexionó y buscó un nuevo modo de deshacerse de ella pues hasta que no fuera la más bella de la región la envidia no le daría tregua ni reposo. Cuando finalmente urdió un plan se pintó la cara, se vistió como una vieja buhonera y quedó totalmente irreconocible.

Así disfrazada atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos, golpeó a la puerta y gritó:

– ¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!blancanieves

Blancanieves miró por la ventana y dijo:

– Buen día, buena mujer. ¿Qué vende usted?

– Una excelente mercadería -respondió-; cintas de todos colores.

La vieja sacó una trenzada en seda multicolor, y Blancanieves pensó:

– Bien puedo dejar entrar a esta buena mujer.

Corrió el cerrojo para permitirle el paso y poder comprar esa linda cinta.

– ¡Niña -dijo la vieja- qué mal te has puesto esa cinta! Acércate que te la arreglo como se debe.

Blancanieves, que no desconfiaba, se colocó delante de ella para que le arreglara el lazo. Pero rápidamente la vieja lo oprimió tan fuerte que Blancanieves perdió el aliento y cayó como muerta.

– Y bien -dijo la vieja-, dejaste de ser la más bella. Y se fue.

Poco después, a la noche, los siete enanos regresaron a la casa y se asustaron mucho al ver a Blancanieves en el suelo, inmóvil. La levantaron y descubrieron el lazo que la oprimía. Lo cortaron y Blancanieves comenzó a respirar y a reanimarse poco a poco.

enanitos2 Cuando los enanos supieron lo que había pasado dijeron:

– La vieja vendedora no era otra que la malvada reina. ¡Ten mucho cuidado y no dejes entrar a nadie cuando no estamos cerca!

Cuando la reina volvió a su casa se puso frente al espejo y preguntó:

– ¡Espejito, espejito, de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Entonces, como la vez anterior, respondió:

La Reina es la más hermosa de este lugar, Pero pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.

Cuando oyó estas palabras toda la sangre le afluyó al corazón. El terror la invadió, pues era claro que Blancanieves había recobrado la vida.

– Pero ahora -dijo ella- voy a inventar algo que te hará perecer.

Y con la ayuda de sortilegios, en los que era experta, fabricó un peine envenenado. Luego se disfrazó tomando el aspecto de otra vieja. Así vestida atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos. Golpeó a la puerta y gritó:

– ¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!bruja

Blancanieves miró desde adentro y dijo:

– Sigue tu camino; no puedo dejar entrar a nadie.

– Al menos podrás mirar -dijo la vieja, sacando el peine envenenado y levantándolo en el aire.

Tanto le gustó a la niña que se dejó seducir y abrió la puerta. Cuando se pusieron de acuerdo sobre la compra la vieja le dijo:

– Ahora te voy a peinar como corresponde.

La pobre Blancanieves, que nunca pensaba mal, dejó hacer a la vieja pero apenas ésta le había puesto el peine en los cabellos el veneno hizo su efecto y la pequeña cayó sin conocimiento.

– ¡Oh, prodigio de belleza -dijo la mala mujer- ahora sí que acabé contigo!

Por suerte la noche llegó pronto trayendo a los enanos con ella. Cuando vieron a Blancanieves en el suelo, como muerta, sospecharon enseguida de la madrastra. Examinaron a la niña y encontraron el peine envenenado. Apenas lo retiraron, Blancanieves volvió en sí y les contó lo que había sucedido. Entonces le advirtieron manzana una vez más que debería cuidarse y no abrir la puerta a nadie.

En cuanto llegó a su casa la reina se colocó frente al espejo y dijo:

– ¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Y el espejito, respondió nuevamente:

La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.

La reina al oír hablar al espejo de ese modo, se estremeció y tembló de cólera.

– Es necesario que Blancanieves muera -exclamó-aunque me cueste la vida a mí misma.

Se dirigió entonces a una habitación escondida y solitaria a la que nadie podía entrar y fabricó una manzana envenenada. Exteriormente parecía buena, blanca y roja y tan bien hecha que tentaba a quien la veía; pero apenas se comía un trocito sobrevenía la muerte. Cuando la manzana estuvo pronta, se pintó la cara, se disfrazó de campesina y atravesó las siete montañas hasta llegar a la casa de los siete enanos.

Golpeó. Blancanieves sacó la cabeza por la ventana y dijo:

– No puedo dejar entrar a nadie; los enanos me lo han prohibido.enanitos1

– No es nada -dijo la campesina- me voy a librar de mis manzanas. Toma, te voy a dar una.

– No-dijo Blancanieves -tampoco debo aceptar nada.

– ¿Ternes que esté envenenada? -dijo la vieja-; mira, corto la manzana en dos partes; tú comerás la parte roja y yo la blanca.

La manzana estaba tan ingeniosamente hecha que solamente la parte roja contenía veneno. La bella manzana tentaba a Blancanieves y cuando vio a la campesina comer no pudo resistir más, estiró la mano y tomó la mitad envenenada. Apenas tuvo un trozo en la boca, cayó muerta.

Entonces la vieja la examinó con mirada horrible, rió muy fuerte y dijo:

– Blanca como la nieve, roja como la sangre, negra como el ébano. ¡Esta vez los enanos no podrán reanimarte!

Vuelta a su casa interrogó al espejo:

– ¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Y el espejo finalmente respondió:

– La Reina es la más hermosa de esta región.

 bn cristal Entonces su corazón envidioso encontró reposo, si es que los corazones envidiosos pueden encontrarlo alguna vez.

A la noche, al volver a la casa, los enanitos encontraron a Blancanieves tendida en el suelo sin que un solo aliento escapara de su boca: estaba muerta. La levantaron, buscaron alguna cosa envenenada, aflojaron sus lazos, le peinaron los cabellos, la lavaron con agua y con vino pelo todo esto no sirvió de nada: la querida niña estaba muerta y siguió estándolo.

La pusieron en una parihuela, se sentaron junto a ella y durante tres días lloraron. Luego quisieron enterrarla pero ella estaba tan fresca como una persona viva y mantenía aún sus mejillas sonrosadas.

Los enanos se dijeron:

– No podemos ponerla bajo la negra tierra e hicieron un ataúd de vidrio para que se la pudiera ver desde todos los ángulos, la pusieron adentro e inscribieron su nombre en letras de oro proclamando que era hija de un rey. Luego expusieron el ataúd en la montaña. Uno de ellos permanecería siempre a su lado para cuidarla. Los animales también vinieron a llorarla: primero un mochuelo, luego un cuervo y más tarde una palomita.

Blancanieves permaneció mucho tiempo en el ataúd sin descomponerse; al contrario, parecía dormir, ya que siempre estaba blanca como la nieve, roja como la sangre y sus cabellos eran negros como el ébano.

Ocurrió una vez que el hijo de un rey llegó, por azar, al bosque y fue a casa de los enanos a pasar la noche. En la montaña vio el ataúd con la hermosa Blancanieves en su interior y leyó lo que estaba escrito en letras de oro.bsj_gnom8

Entonces dijo a los enanos:

– Dénme ese ataúd; les daré lo que quieran a cambio.

– No lo daríamos por todo el oro del mundo -respondieron los enanos.

– En ese caso -replicó el príncipe- regálenmelo pues no puedo vivir sin ver a Blancanieves. La honraré, la estimaré como a lo que más quiero en el mundo.

Al oírlo hablar de este modo los enanos tuvieron piedad de él y le dieron el ataúd. El príncipe lo hizo llevar sobre las espaldas de sus servidores, pero sucedió que éstos tropezaron contra un arbusto y como consecuencia de la sacudida, el trozo de manzana envenenada que Blancanieves aún conservaba en su garganta fue despedido hacia afuera. Poco después abrió los ojos, levantó la tapa del ataúd y se irguió, resucitada.

– ¡Oh, Dios!, ¿dónde estoy? -exclamó.

– Estás a mi lado -le dijo el príncipe lleno de alegría.

Le contó lo que había pasado y le dijo:

– Te amo como a nadie en el mundo; ven conmi-go al castillo de mi padre; serás mi mujer.

3315093115_4f481e347e Entonces Blancanieves comenzó a sentir cariño por él y se preparó la boda con gran pompa y magnificencia.
También fue invitada a la fiesta la madrastra de Blancanieves. Después de vestirse con sus hermosos trajes fue ante el espejo y preguntó:

– ¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

El espejo respondió:

– La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero la joven Reina lo es mucho más.

Entonces la mala mujer lanzó un juramento y tuvo tanto, tanto miedo, que no supo qué hacer. Al principio no quería ir de ningún modo a la boda. Pero no encontró reposo hasta no ver a la joven reina.

Al entrar reconoció a Blancanieves y la angustia y el espanto que le produjo el descubrimiento la dejaron clavada en el suelo sin poder moverse.
Pero ya habían puesto zapatos de hierro sobre carbones encendidos y luego los colocaron delante de ella con tenazas. Se obligó a la bruja a entrar en esos zapatos incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.

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De: http://www.grimmstories.com/

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