Un loco, estando sentado a la ventana, rogó a un hombre honrado, que acaso pasaba por la calle, que subiese arriba, que tenía un negocio con él. Creyólo el hombre y subió.
El loco cerró la puerta entrando y díjole que diese un salto de la ventana abajo, ci no, que juraba a Dios, que le había de arrojar por ella. El hombre apremiado de la necesidad, le dijo:
– Señor, saltar de esta ventana a la calle es cosa de poca dificultad y cualquiera lo hará. Otra prueba haré yo mucho más difícil, si usted me da licencia: que saltaré de la calle a la ventana.
Permitióle el loco que fuese a hacer la prueba.
El hombre, que se vió libre, pidióle desde la calle perdón y se fue a su casa, quedando el loco corrido de la burla.
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