Babieca


El caballo del Cid se llamaba Babieca. Nombre curioso cuya historia es la siguiente:

Tenía Rodrigo Díaz de Vivar un tío que mostró deseos de regalarle un caballo, cuando fuera armado caballero. Era dicho tío algo pedante, con ínfulas de erudiciónnoblescatalansapeuba9 y antes de hacerle el regalo a su sobrino le llamó a su habitación para darle unos cuantos consejos sobre su nueva profesión. Entre otras cosas le dijo:

– El caballo, querido sobrino, es el complemento del caballero, y como la base y pedestal, sobre el que han de asentar la fortuna y hazañas de todo buen caballero. Por esto has de ver la importancia que doy al regalo que te hago.

Y condujo a su sobrino al patio grande de la casa, contiguo a las cuadras, e hizo que sus criados sacasen los caballos para que pudiese escoger a su gusto.

Hasta quince o veinte caballos fueron desfilando ante el mozo que no hacía aprecio a ninguno. Y sin embargo los había hermosos y merecedores de las mayores alabanzas que su amo les prodigara.

El buen tío empezaba ya a enojarse.

– ¡Por San Millán!, me parece que tengo un sobrino que entiende de caballos, como yo de tejer tapices.

Y dirigiéndose a los mozos les dijo:caballo esqueletico

– ¡Hola! sacad también a Argelino y a Esqueleto. Los dejé en la cuadra, a uno por inútil y a otro por moro. No quisiera que caballero cristiano montara sobre caballo enemigo.

Y aparecieron los dos caballos. Uno de pura raza árabe, de ojos casi feroces, el otro haciendo honor a su mote de Esqueleto ya que a través de su cuero se transparentaban los costillares.

Y mientras los palafreneros apenas podían sujetar al primero, Rodrigo dirigiendo su mirada al segundo exclamó:

– Tío, ya tengo caballo.

– ¿Cuál?

– Este

– ¿Esqueleto?

– Sí.

el cidY aproximándose al caballo, de ojo mortecino y oreja caída, Rodrigo lo examinó con detenimiento. Y volvió a decir a su asombrado tío:

– Sí, tío, éste es mi caballo.

– ¿Pero hablas de verdad?

– Sí

Y entonces el tío acercándose al sobrino le dio un fuerte empujón y le volvió la espalda mientras decía:

– ¡Anda, babieca, has escogido el peor!

Y el novel caballero le replicó:

– Me habéis regalado un caballo y además le habéis puesto el nombre que le cuadra. Se llamará Babieca y espero que algún día os arrepintáis de vuestros juicios equivocados.