La princesa Mojapijamas (II) (para la enuresis)


No muy lejos del palacio, vivía un pequeño niño, llamado Pedro. Pedro quería mucho a sus papás y sabía que ellos le querían. Pero estaba triste porque tenían muy poco tiempo para él.nino

Un día Pedro se puso muy enfermo, tenía una inflamación en la vejiga; su madre estaba muy preocupada. Le  preparó una tisana de unas hierbas especiales y le puso una bolsa de agua caliente en la barriga. Esto calmó mucho a Pedro.

La inflamación se curó pronto, pero por desgracia, desde que había estado enfermo, Pedro mojaba la cama. La madre pensó que era por la tisana que le preparaba, y dejó de dársela; pero fue inútil. El médico dijo que Pedro ya estaba curado del todo, y pronto la madre empezó a perder la paciencia y a protestar: “Por si no tenía bastante trabajo, ahora todos los días he de lavar la ropa de la cama por tu culpa”.

Una mañana cuando su madre se marchó, enfadada por haber encontrado otra vez la cama mojada, Pedro se dijo con amargura: “No es culpa mía. ¡No lo hago adrede! Tampoco a mi me gusta. Me marcharé de casa, y así mi madre dejará de quejarse del mucho trabajo que tiene. Dicho y hecho Pedro se fue de casa.

Andando, llegó a un bosque, que era el mismo en el que se había perdido la princesa. A Pedro ya se le había pasado el enfado. Muy triste, se decía: -¡Como me arrepiento de haberme escapado. ¿Qué hará ahora mi madre? ¡Con lo que ella me quiere!.

Iba tan ensimismado que no miraba donde ponía los pies y ¡zas!, apunto estuvo de caerse de narices.
-Vaya ¿esto que es?- se preguntó sorprendido- no puede ser un animal del bosque. ¡si es una niña! ¡y que sucia está! ¿Qué hace sola en el bosque?¿ le habrá pasado algo?
No se atrevía a despertarla, pero justo en ese momento un escarabajillo pasó por la nariz de la princesa haciéndola estornudar y despertarse.Princess by Flor!

La princesa se alegró mucho de encontrar a un ser humano y mas a un niño de su edad, pues ya empezaba a sentirse sola. A la princesa le gustó Pedro, y a Pedro le gustó la princesa. Los dos gritaron a la vez: ¿Qué haces solo en el bosque?, entonces se rieron y se hicieron amigos.La princesa contó su historia a Pedro, y cuando él se enteró que ella era una princesa de verdad, no se lo podía creer. “Hermosa como una princesa lo eres, pero tan sucia … ¡No; tan sucia no puede ser una princesa!.

Pedro se asombró mucho al saber el porqué se había marchado la princesa de su palacio.

– A los dos nos ocurre lo mismo. Y yo que creí que era el único niño con esa enfermedad tan rara que no es enfermedad.

La princesa dijo riendo:

– También yo pensaba que era la única. Y me daba mucha vergüenza, porque además soy princesa.

– Yo no soy príncipe, pero también me avergonzaba.

Los dos volvieron a entristecerse. Sentían nostalgia de su casa, pero deseaban no tener que volver a avergonzarse.

– Ah, si alguien pudiera ayudarnos. Tiene que haber algo que nos ayude a no mojar la cama.

Cogidos de la mano y cabizbajos siguieron andando. Llegaron a un prado. Un perfume delicioso llegaba hasta ellos.

– ¡Qué olor tan bueno! Huele a rosas, a lilas, a miel, vamos a ver de donde viene – dijo Pedro.

La princesa lo siguió, extasiada por el olor. Pero en el prado solo había unas modestas florecillas silvestres.

– ¿Eso es lo que huele tan bien? ¡Pues deben de ser unas flores muy especiales! – exclamaron los niños.

Empezó a soplar una suave brisa, las flores movieron las cabecitas y comenzaron a cantar con voces muy finas: parejita

Al que tiene problemillas
Ayudan estas florecillas.
Cada noche te enseñarán
Las flores un mágico refrán.
Gracias a él, por la mañanita,
Tu cama estará sequita.
Cuando despiertes sin humedad
Un pétalo de la flor podrás arrancar
Y su buen olor te dará
Una gran felicidad

Dejó de soplar el viento, y las flores volvieron quedarse quietas y calladas.

– Pero ¿tú has oído eso? ¿o lo he soñado?- preguntó la princesa a  Pedro-. Las flores cantaban. Imagina, Pedro, van a ayudarnos. Sólo tenemos que creerlo firmemente. Ven vamos acoger una flor mágica.

-¡ Hurra!- gritó Pedro- ¡Se acabó eso de mojar la cama! Ahora va enserio. Basta con recitar la formula mágica al acostarnos. Pero ¿cuál es la fórmula? No lo sabemos, que lata.
– me parece que las flores han querido decir que ya la descubriríamos- contestó la princesa, para consolarlo – espera a que lleguemos a casa. Démonos prisa, busquemos el camino. Estoy deseando probar esta flor mágica y perfumada al acostarnos. Pero ¿cuál es la fórmula? No lo sabemos ¡Qué lata!.

Me parece que las flores han querido decir que ya la descubriríamos – contestó la princesa, para consolarlo –. Espera a que lleguemos a casa. Démonos prisa, busquemos el camino. Estoy deseando probar esta flor mágica y perfumada. Seguro que no vuelvo a hacer pis en la cama. Mis padres estarán contentos.

Al poco rato, los niños llegaron al lindero de bosque. En el camino había dos letreros. Uno señalaba hacia la derecha: A PALACIO, y el otro, hacia la izquierda:A LA CIUDAD. Ahí tenían que despedirse.

– Pedro, eres un buen amigo. Tenemos que vernos a menudo. Además, quiero saber a quién le hace efecto la formula mágica más pronto. Adiós, no quiero perder tiempo. ¡Estoy deseando llegar a casa!columpio

Y la princesa se alejó a toda prisa, subiendo por el camino de la derecha. Pedro se quedó saludándola durante mucho rato y luego bajó por el camino de la izquierda.

En casa de Pedro y en palacio hubo gran alegría. Los dos niños sintieron remordimientos al darse cuenta del miedo y la angustia que habían causado a sus padres.

Cuando los niños cansados, se fueron a la cama, la habitación se llenó del exquisito perfume de la flor. De pronto supieron cual era la formula:

Flor mágica, haz el favor
De que la cama no moje yo.

Estuvieron repitiéndola hasta que se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, la princesa descubrió que la cama estaba seca. Todas las noches decía la formula, y si por la mañana estaba seca la cama, arrancaba un pétalo de la flor, y la habitación se llenaba de un delicado aroma. Cada vez eran mas los días en que no besitomojaba la cama, y la princesa se ponía muy contenta.

Al fin ya no quedaron mas pétalos que arrancar, y el perfume se fue desvaneciendo poco a poco. Pero ahora ya no hacia falta la flor mágica. La princesa mantenía la cama seca sin ayuda; y en el palacio nadie volvió a llamarla “princesa Mojapijamas”.

Lo mismo le ocurrió a Pedro. Al principio, también él decía todas las noches con voz fuerte y clara la formula mágica; y si alguna noche se hacía pis, cosa que naturalmente ocurría al principio de vez en cuando, su madre ya no se enfadaba, porque sabía  que de ahora en adelante las cosas irían cada vez mejor. Estaba muy contenta el día que Pedro conseguía no mojar la cama y le demostraba claramente  lo mucho que se alegraba. Al cabo de tres o cuatro semanas, también él había arrancado todos los pétalos. Pero ya no los necesitaba. La princesa y Pedro siguieron siendo siempre buenos amigos.

Después de oír este cuento, también Eva también quiere tener una flor mágica. Toma con una gran lámina y dibuja un tallo con hojas verdes; en un extremo, pone un punto amarillo, el centro de la flor. Cuelga el dibujo en la cabecera de la cama. Y en efecto, con ayuda de la flor y de la formula mágica, el ruedo de humedad del colchón se va haciendo mas pequeño cada mañana, y las noches en que Eva no moja la cama más frecuentes. Cada día en que la cama esta seca, Eva dibuja un pétalo en la flor. Con cada pétalo nuevo que dibuja la flor es mas bonita. Eva esta muy orgullosa, pues motivos no le faltan y solo muy de tarde en tarde pide ayuda a la formula mágica del cuento, y pronto ni eso necesitará.

De: «Cuentos que ayudan a los niños» por Gerlinde Ortner

 

La princesa Mojapijamas

 

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