Garbancito (para el coraje)


En una colina a orillas de un río vivía un matrimonio que tenía un niño tan pequeñito que todos le conocían con el nombre de Garbancito. Tan chiquitín era que su mamá para verle tenía que ponerse las gafas y colocarle en la palma de su mano. Era tan pequeño, que cuando salía a la calle le gustaba cantar: garbancito1

– ¡Pachín, pachín, pachín! 

¡Mucho cuidado con lo que hacéis!

¡Pachín, pachín, pachín!

¡A Garbancito no piséis!

Su mamá algunas veces decía:

– ¡Ay! marido, ¿qué podremos hacer con este niño? Es tan chiquitito …

– No te importa mamá, lo principal en las personas es que sean listas y yo soy muy listo, mamá.

Cierto día en que su padre iba al campo, Garbancito le pidió que le dejara acompañarle y guiar al caballo.

– ¡Verás cómo puedo hacerlo!

Garbancito le pidió que le situara sobre la oreja del animal, desde donde le iba dando órdenes que éste obedecía a pesar de  no saber de dónde venían.

– ¿Ves, Papá? ¿Qué más dá ser pequeño si puedes pensar? , ¡Arre caballo! ¡Vamos al prado!

El caballo obedeció a la voz de nuestro amiguito, aunque bien es verdad, que no sabía de donde le venía la orden. Garbancito se puso muy contento al ver que su montura seguía sus instrucciones. Tan contento estaba que se puso a cantar otra canción:

«…Soy muy chiquitito, soy muy chiquitito,

pero ya verán, cómo muchas cosas, cómo muchas cosas, puedo yo lograr

… Soy muy chiquitito, soy muy chiquitito,

pero ya verán, cómo muchas cosas, cómo muchas cosas, puedo yo lograr….»

Caminando, caminando, llegaron al prado de coles y Garbancito saltó al suelo para estirar las piernas. Mientras su padre recogía las verduras para luego venderlas en el mercado, el diminuto muchacho jugaba entre las hileras de plantas. Jugando y saltando, Garbancito no cayó en la cuenta de que se alejaba cada vez más de su padre.

garbancito4Tras uno de sus saltos, Garbancito fue a caer dentro de una col. El movimiento de Garbancito captó la atención de un enorme buey que pastaba a pocos pasos de allí. El gran animal de color pardo se dio la vuelta, se encaminó hacia donde estaba el minúsculo muchachito y se comió la col de un bocado con el niño dentro.

Cuando llegó la hora de volver a casa el padre buscó a Garbancito por todas partes, pero fue incapaz de encontrarlo. Tras mucho tiempo, avisó a su mujer y juntos recorrieron caminos y campos buscando a su hijo:

– ¡Garbancito! ¿Dónde estás?

Gritaban al unísono. Pero cayó la noche, vino el día y Garbancito no aparecía.

Los padres apenas durmieron y después del desayuno siguieron buscando. Cayó la lluvia y después nevó, y los padres seguían buscando:

– ¡Garbancito! ¿Dónde estás? – Llamaban a voz en grito.

– ¡Aquí estoy! ¡En la tripita del buey que se mueve, donde ni nieva ni llueve!, escucharon a lo lejos.

Contentos por haberle encontrado, los padres del hicieron cosquillas en la nariz al enorme buey pardo. Con un gran estornudo del animal, Garbancito salió de la tripa y abrazó a sus padres con alegría. Mientras volvían a casa para celebrarlo, los tres cantaban alegres: garbancito6

– ¡Pachín, pachín, pachín!

¡Mucho cuidado con lo que hacéis!

¡Pachín, pachín, pachín!

¡A Garbancito no piséis! 

Otro día, Garbancito salió al campo paseando con su caballo por prado. Iba ya a marcharse para su casa cuando pasaron por allí dos hombres de muy mal aspecto que despertaron las sospechas de Garbancito. Trató de esconderse entre las piernas del caballo, con peligro de ser aplastado, pero ellos le vieron y …

– ¿Quién eres tú, comidejo? Pero si eres más pequeño que un dado.

– Bueno y qué, yo siendo tan pequeño puedo hacer muchas cosas que usted, tan grandote no podría hacer …

– ¡Ja ja ja!  como … ¿por ejemplo?

– ¿Se burla usted de mi?  ¡Pues no se lo digo!

Garbancito se dio cuenta enseguida de que aquellos hombres eran ladrones y tuvo una idea:

– Como por ejemplo ¿qué?  ¡Vamos acaba!

– Pues … como por ejemplo … entrar en las casas por debajo de la puerta y abrir luego por dentro … y meterme por el ojo de una cerradura. ¡Eh! ¿Qué tal?

– ¡Pues tienes razón! ¿Quieres unirte a nosotros? ¡Vaya mina! En poco tiempo nos haremos ricos.

– De acuerdo pero con la condición de que la primera casa que iremos a robar será a la del alcalde, es el más rico del pueblo. Yo entraré en la casa y cuando todos duerman yo os abriré la puerta, ¿de acuerdo?.

A los ladrones les pareció la idea de rechupete y así lo acordaron. Garbancito se introdujo en la casa con intención de delatar a los ladrones, pero por desgracia el alcalde no estaba allí. Esperando a que volviera se escondió en el establo entre la alfalfa de las vacas. 

garbancito2En esto, llegó el criado encargado de dar de comer a los animales y tomando una brazada de alfalfa…..¡zas! al pesebre con nuestro buen amiguito dentro.¡Caer en el pesebre y encontrarse en el estómago de la vaca fue todo uno!.

– ¡Toma ya, esto si que es bueno! ¡Qué oscuro está todo! ¿Cómo me las arreglo yo para salir de aquí?  Vamos a ver … ¡Garbancito piensa …!

Pensando estaba cuando oyó la voz del alcalde que ya había vuelto del ayuntamiento donde tenía una reunión. Al oirle Garbancito, empezó a dar grandes voces:

– ¡Señor alcalde!, ¡señor alcalde!, ¡¡¡ eh !!! ¡señor alcaldeeeeeeee!

– ¡Ehh!, ¡hummm! ¿Quién me llama? ¿De dónde vienen esas voces? ¿Quién es?

– Soy yo señor alcalde, soy Garbancito que estoy en la tripa de la vaca pintona; al comer un bocado de la alfalfa me ha tragado y no puedo salir.

El alcalde no salía de su asombro, no sabía qué hacer, pensó llamar a los bomberos o al veterinario; pero Garbancito, que estaba pensado intensamente, ¡tuvo una idea genial!. Con una ramita de alfalfa comenzó a hacer cosquillas en el estómago a la vaca. Ésta empezó a toser y a estornudar a un tiempo, y en uno de esos estornudos echó fuera a nuestro héroe.

– Hola señor alcalde, soy garbancito, ¿cómo está usted?

Garbancito contó al alcalde el plan que había tramado para atrapar a los ladrones. Esperaron que se hiciera bien de noche, cuando abrió la puerta de la casa, los guardias que habían sido alertados por el alcalde pescaron a los ladrones con las manos en la masa y fueron conducidos a la cárcel del pueblo. El señor alcalde recompensó a nuestro amiguito con la vaca que se le había tragado y luego le envió a su casa.

Tirando de la vaca iba Garbancito cantando:

– ¡Pachín, pachín, pachín!

¡Mucho cuidado con lo que hacéis!

¡Pachín, pachín, pachín!

¡A Garbancito no piséis!

2 comentarios en “Garbancito (para el coraje)

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