Cuando nuestro hijo tiene miedo


Uno de cada tres niños tiene miedo de la oscuridad. Desaparece alrededor de los 9 años. El miedo a la oscuridad muchas veces se asocia a las pesadillas que tienen lugar durante la noche, y que son de contenido desagradable o amenazador para el niño: alguien lo persigue y está solo sin saber qué hacer, corre peropesadilla1pesadillas no lo suficientemente deprisa, se cae por un precipicio, etc. Las pesadillas acostumbran a aparecer entre los 3 y los 6 años. La mayoría de los niños supera el miedo a la oscuridad, pero en algunos casos persiste durante largo tiempo. Durante esta edad es importante potenciar a través de cuentos, canciones y juegos, el contacto agradable y positivo con la oscuridad.

Debemos evitar las películas y cuentos infantiles que relacionen a los malos con la oscuridad, las amenazas de castigos en el «cuarto oscuro» y las bromas desagradables. Por el contrario, es bueno practicar juegos divertidos en la oscuridad (la gallinita ciega, sombras chinescas, regalos escondidos en la oscuridad, el escondite, etc.), enseñar al niño el encanto de la noche, de las estrellas y de la ciudad iluminada, acostumbrar al niño a dormir a oscuras y, si tuviera pesadillas, intentar consolarlo con la luz apagada (para evitar que relacione oscuridad con pesadillas y luz con consuelo). A veces, un piloto luminoso puede ser útil para evitar la oscuridad total y poderse levantar de la cama si es necesario.

miedos Emociones que vencen al miedo:

Existen emociones contrarias al miedo que resultan ser los mejores aliados para luchar contra él: nos referimos a la alegría, la seguridad, el humor, el enfado, la rabia o la risa. Enseñar a nuestro hijo a enfrentarse a sus miedos de la mano de alguna de estas emociones, resulta muy eficaz. Si nuestro hijo tiene miedo a la oscuridad, podemos enseñarle a contraponer otra emoción ante ese miedo. Por ejemplo, sentir rabia hacia el objeto que teme puede ayudarle a enfrentarse a él. Entrar en una habitación oscura sintiendo rabia o risa tonta, enfadarse con la oscuridad y con los personajes que imagina o burlarse de ella, son actitudes inteligentes. Incluso podemos teatralizarlo e inventar una historia: que Juan entra en una habitación acompañado de un poderoso guerrero que se llama Ira o Risa, capaz de vencer al Miedo porque es mucho más fuerte. Estas historias ayudarán a nuestro hijo a superar sus miedos y a sentirse de lo más aliviado si consigue reírse dentro de una habitación a oscuras.

También es importante ayudar al niño a crear frases o imágenes mentales de valentía y coraje que le ayuden a enfrentarse a la situación que teme. Es muy diferente entrar en un cuarto oscuro pensando «me van a atacar» o «me voy a encontrar monstruos malos», que pensar «soy muy valiente y puedo hacerlo muy bien» y «soy capaz de quedarme a oscuras». Los primeros mensajes hacen que el miedo cada vez sea mayor, llegando incluso a paralizar. En cambio los segundos ayudan a mantener el miedo a raya y pueden ayudar a disminuirlo.

Cuando el niño ha tenido una pesadilla o está asustado necesita cariño y atención. Ahora bien, en estas situaciones, los padres debemos actuar con tacto puesto que la atención inmediata refuerza la conducta del niño, toda reacción errónea como la siguiente puede hacer que el niño porfíe en su actitud:

“Vamos a ver, ¿qué pasa? ¿se puede saber de qué tienes miedo? ¡No debes asustarte por nada, papá y mamá están aquí! ¡Vamos, tranquilo! Nadie va a hacerte daño. ¿No hay que tener miedo! Vamos, ya pasó, ¡Ahora, a dormir!.

El niño, o se tranquiliza sólo momentáneamente o nos pide a los padres que se nos quedemos en su cuarto. En la mayoría de los caos, el niño acaba en la cama de los papás. Ello entraña el peligro de que el niño quiera repetir  este feliz desenlace y dormir con nosotros se convierta en costumbre. Por otra parte, los padres, al atender sólo a la manifestación de temor del niño, estimulamos en él este tipo de reacción. En realidad, no le ayudamos.nina-triste_500

Lo correcto es:

  • Prestar atención a sus sentimientos del niño y admitir su miedo como algo real.
  • Infundirle seguridad
  • Distraerlo  con pensamientos agradables
  • Ofrecerle soluciones y motivarlo para que él mismo las aplique
  • Recompensar con entusiasmo los éxitos.

Traducido a palabras podría ser:

“Tienes miedo porque estabas soñando. Te comprendo. Es muy desagradable tener miedo. ¿Sabes?, voy a ayudarte a vencer el miedo. Lo haremos entre los dos, y estoy seguro de que lo conseguiremos muy deprisa.Tu ya sabes que estamos siempre muy cerca de ti. Vamos a ver, ¿cuál es tu juguete favorito? Ahora mismo vamos a buscarlo. Tómalo y abrázalo fuerte. Te lo volveré a contar y después entraré un par de veces en tu cuarto y me quedaré  un rato para ver lo bien que has vencido el miedo. Si aún no te has dormido, me lo explicas. Estoy deseando enterarme cómo lo consigues. Mañana por la mañana hablaremos, ¿de acuerdo?.

Abrazar el juguete favorito da seguridad al niño y le facilita imaginar cosas agradables. También le ayuda la certeza de que los padres, aunque no en la misma habitación, estamos cerca. La atención al juguete favorito hace que el miedo se disipe con mayor facilidad. La “fórmula mágica”  y nuestra motivación le ayudan a tener confianza en el éxito.

Si, a pesar de todo, el niño no se tranquiliza, será mejor no insistir en el plan. Podemos dejar la luz de su cuarto encendida y la puerta abierta. Si tampoco esto da resultado, excepcionalmente le dejaremos que se acueste con nosotros. ¡Pero hay que procurar desterrar lo antes posible esta solución de emergencia!

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