Cuenta la leyenda que en la época de los aztecas había un dios llamado Xolot, que era el dios de la muerte, del Oeste, de los espíritus y de los gemelos, señor de las estrellas de la tarde y protector del inframundo.
El dios Xolot tenía cabeza de perro y era hermano de Quetzalcóatl. Una de sus funciones principales era ayudar a los muertos a cruzar al más allá. El dios no estaba solo, lo acompañaba un perro sin pelo, que fue creado de una astilla del hueso de la vida y después fue otorgado a los hombres como un regalo sagrado.
El xoloitzcuintle tenía, según los aztecas, poderes mágicos para proteger a los vivos y guiar a los difuntos al inframundo. Así las personas tenían perros que los cuidaban en vida y cuando morían, eran sacrificados y enterrados con sus dueños para que los guiaran en su último viaje.
Si alguien trataba mal a uno de esos perros jamás podría entrar al reino de los muertos y vagaría eternamente. De esta manera ningún xoloitzcuintle lo guiaría en su viaje y el dios Xolot no lo recibiría en el inframundo.
Hola, quisiera citar su página en un trabajo y por eso consulto su nombre. Saludos.
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Hola Cecilia Cobar :
Gracias por seguir el blog. No hay problema en que lo cites en tu trabajo. Gracias.
Un saludo,
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