Cuenta la leyenda que en una noche de frio invierno, un niño buscaba refugio, lo encontraron un leñador y su esposa y le dieron de comer; conforme transcurría la noche ese niño se convirtió en un Ángel vestido de Oro: era el Niño Dios, y para recompensar la bondad de la pareja, tomó una rama de pino y les dijo que la sembraran prometiéndoles que cada año les daría frutos: este fue el primer Árbol de Navidad.
Cuando el arbolito creció, dio a la pareja unas hermosas manzanas de oro y nueces de plata.
La pareja vestía sus árboles todos los inviernos (la fecha en la que se le caían las hojas), para que los espíritus buenos que se iban con ellas, regresaran pronto. Los adornos más comunes que usaban eran las manzanas y piedras pintadas.
Algunos dicen que esta costumbre fue el origen de los adornos navideños. Por otra parte, las bolitas de cristal o brillantes, se añadieron allá por el año 1750 en Bohemia.
La costumbre del Árbol de Navidad, se extendió por Europa, y América durante el siglo XIX.
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